Pero el precio a pagar por tan lamentable estilo de liderazgo es la culpa in vigilando, en la que han incurrido líderes democráticos ante casos de corrupción. Pedro Sánchez –pendiente aún de la causa judicial de Koldo, Ábalos y Cerdán– es políticamente culpable de haber permitido que el vicesecretario del PSOE machacara literalmente a colaboradoras tan valiosas como Adriana Lastra. Ninguno de los presidentes de Gobierno que ha habido en democracia han asumido la culpa de los casos que les afectaban cuando a todos les habría correspondido hacerlo, como mínimo, por no vigilar los desmanes de sus colaboradores.
Author: Magis Iglesias
Published at: 2025-06-28 19:56:55
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