Recién salida Europa de la crisis milenarista, la autoridad religiosa había introducido en el belicoso mundo medieval la noción de la paz o tregua de Dios, que dirigía el ideal de caballería hacia la defensa de los débiles sin rechazar por ello el uso de la fuerza: ya el papa Juan VIII, a finales del siglo ix, había declarado que quienes murieran luchando contra el infiel verían sus pecados perdonados y se equipararían a los mártires de la Iglesia. Faltaba el refrendo papal y, así las cosas, a finales de 1127 Hugo de Payns regresó a Europa acompañado por Godofredo de Saint-Omer y Payen de Montdidier con varios objetivos: reclutar nuevos templarios, tomar posesión de las numerosas donaciones, organizar las primeras encomiendas en Occidente, casi todas en su región natal de la Champaña, y, por encima de todo, visitar en Roma al papa Honorio II para solicitar un reconocimiento oficial de la Orden mediante la convocatoria de un concilio. Conscientes de la escasez de moneda en Europa, ofrecieron en sus tratos intereses mucho más ventajosos que los de los mercaderes judíos y crearon toda una serie de instrumentos financieros para facilitar las transacciones, como los libros de cuentas, los pagarés e incluso las primeras letras de cambio: para evitar el peligro de transportar dinero en metálico por los caminos, la Orden disponía de documentos acreditativos que permitían recoger una cantidad entregada antes en cualquier otra encomienda, para lo cual bastaba con la firma o, en su caso, un sello.
Author: edgary185
Published at: 2025-12-07 18:01:00
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