Corea del Norte quiso despegar su industria cinematográfica en los ochenta, tanto, que mandó secuestrar a dos talentos de Corea del Sur

Corea del Norte quiso despegar su industria cinematográfica en los ochenta, tanto, que mandó secuestrar a dos talentos de Corea del Sur


La historia del cine está repleta de momentos insólitos, pero pocos tan increíbles y escalofriantes como el secuestro de dos figuras clave del cine surcoreano: en plena Guerra Fría, el hijo del dictador Kim Il-sung, Kim Jong-il, obsesionado con el séptimo arte y con la ambición de convertir a Corea del Norte en una potencia cinematográfica, orquestó el secuestro de la reconocida actriz Choi Eun-hee y su exesposo, el director Shin Sang-ok. Kim Jong‑il, antes incluso de suceder a su padre, se consolidó como un amante del cine, coleccionando miles de títulos de Hollywood (Bond y Rambo en particular), por lo que tramó un plan en el que "el cine era un arma estratégica para la propaganda nacional y su prestigio global". Bajo la presión y el control de un tirano, la pareja produjo alrededor de 17 películas en 2 años y medio incluyendo títulos como 'An Emissary of No Return', 'Love, Love, My Love', 'Runaway', 'Breakwater' y el icónico 'Pulgasari', la versión comunista de Godzilla que buscaba mostrar el poder de la revolución, un proyecto para el que transportaron equipo técnico japonés especializado, incluido Kenpachiro Satsuma, el actor del traje de Godzilla, para darle al film una calidad comparable a los blockbusters.

Author: Joel Calata


Published at: 2025-06-16 21:00:10

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