Cada día trae nuevos motivos para la indignación: además de las detenciones masivas de inmigrantes –muchas veces a manos de agentes anónimos, con las caras cubiertas y en lugares tan improbables como juzgados e iglesias–, están los ataques a las universidades, los «regalos» para el presidente donados por otros autócratas, el cierre de la frontera a viajeros de una lista cada vez más larga de países, la movilización del Ejército como fuerza policial en Los Ángeles, la persecución de periodistas críticos, el apoyo a Israel, la política arbitraria en torno a los aranceles o el acoso o la detención de cargos electos, entre ellos un senador por California y el alcalde de Newark (Nueva Jersey). Una larga serie de denuncias por parte de gobiernos estatales demócratas contra otras medidas de Trump –los recortes en la financiación federal de proyectos de infraestructura e investigación científica; la restricción del derecho a la ciudadanía por nacimiento; la pretensión de diezmar el Departamento de Educación; la abolición de los derechos de personas trans; la erosión de las pautas y agencias de salud pública y protección medioambiental– está pasando por los tribunales. Pero en las próximas semanas les toca una oleada de decisiones difíciles: la legalidad de la política de aranceles; los ataques a la Universidad de Harvard; el despido de miles de funcionarios y la expulsión de las Fuerzas Armadas de todas las personas trans.
Author: Sebastiaan Faber
Published at: 2025-07-21 22:01:00
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