La adopción de su sobrino Ippolito d’Este, a quien logró situar como arzobispo de Esztergom, fue un ejemplo de cómo la reina logró unir lo personal con lo político, al dotar a su sobrino de la legitimidad propia de un hijo sustituto. Ciertamente, en tres ocasiones —la crisis de Otranto (1480), la guerra de Ferrara (1482–1485) y la rebelión en Nápoles (1485–1486)—, la reina insistió en que Hungría interviniera militarmente para defender los intereses de su familia en la península. Su capacidad para negociar con papas, emperadores y príncipes italianos, su talento en el uso de la palabra y la emoción, así como su habilidad para convertir los regalos en mensajes políticos, la convierten en una de las figuras femeninas más influyentes de la diplomacia premoderna.
Author: ericacouto
Published at: 2025-09-01 19:00:00
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