Acosados por sus desaciertos, o por fantasmas del pasado que reaparecen para asediarlos de manera inclemente, los gobernantes suelen desatar acciones que ponen a la opinión pública a mirar en direcciones insospechadas, con la esperanza de que los medios de comunicación encuentren en los motivos de distracción un filete de esos que alimentan la voracidad del cada vez más complejo aparato de la información y el apetito de sectores del género humano ávidos de enterarse de hechos generadores de preocupación o de escándalo. Para coronar la secuencia de hechos, provocados o coincidentes, que podrían ayudar a olvidar lo del caso Epstein, apareció por designio del destino la necesidad de actuar de manera más incisiva en el caso de la Guerra de Ucrania, respecto de la cual ha habido tantas oscilaciones en la conducta presidencial que nadie sabe hoy qué rumbo pueda tomar mañana; lo cual alimenta las noticias nacionales y mundiales precisamente debido a la incertidumbre de acciones que los amigos y admiradores del presidente consideran muestra de su ingenio, mientras sus detractores lo descalifican por su ineptitud para negociar algo que no sea propiedad raíz. Y lo único cierto es que, otra vez, parecería que Donald hubiera salido de la reunión convencido de los argumentos de su colega, a quien tanto admira, con lo cual ha provocado tal conmoción que los gobernantes de Alemania, Francia y el Reino Unido, así como la presidente de la Comisión Europea, han decidido acompañar al presidente ucraniano a la cita de este lunes 18 de agosto en la Casa Blanca, donde el presidente de los Estados Unidos comentará lo hablado con el ruso y expondrá su punto de vista, siempre modificable así sea a última hora a bordo del Air Force One, sobre el futuro de una guerra de cuyo resultado dependerá el futuro de Europa y más allá.
Author: Eduardo Barajas Sandoval
Published at: 2025-08-17 17:57:24
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