“La República ya estaba perdida en septiembre de 1936”, explica el historiador Ángel Viñas, que acaba de publicar un libro a cuatro manos con el economista e ingeniero Guillem Martínez Molinos, titulado El oro negro de Franco (Crítica), donde analizan la importancia decisiva en el devenir de la Guerra Civil de los envíos de petróleo y combustible desde EEUU a las tropas sublevadas. Tú imagínate el salto de aquel oscuro emigrante de Teruel, de un pueblecito que está al lado de la línea con Cataluña, que es hijo del conserje de la Escuela Industrial de Manresa... Se sacó el título que daban, que al final lo revistieron de oropeles de ingeniería de grado medio y él lo obtuvo. En 1929, se produce una expedición aquella a las Américas con Campsa y el Ministerio de Hacienda, “por todo lo alto, de técnicos españoles a que adquirieran propiedades petroleras con las que alimentar el refino colosal que estaba destinado a ser construido por Campsa, cosa que no hizo jamás como bien sabemos”, relata Martínez: “Y gracias a las memorias nada conocidas de un ingeniero industrial catalán, Maluquer, de la gran familia de los Maluquer de Motes, que formaba parte de la expedición a las órdenes de Demetrio, que él descubrió allí el modo de hacer el negocio de los tycoons, los barones del petróleo; se debió quedar prendado gastando lo que ni se sabe del presupuesto español, porque lo pagó el Ministerio de Hacienda: se tiraron seis meses recorriendo las dos Américas, la del norte y la del sur.
Author: Andrés Gil
Published at: 2025-11-17 20:38:04
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