Durante tres noches, entre la 1 y las 4 de la madrugada, unos 250 miembros del Wachbataillon (una unidad conocida por su papel ceremonial pero con funciones de infantería) transformaron estaciones como Jungfernheide en un auténtico campo de batalla subterráneo para practicar asaltos, combate a corta distancia, evacuación de civiles y protección de infraestructuras críticas en un entorno realista en el que nada se altera ni se maqueta: la estrechez de los túneles, la visibilidad limitada y los cambios de luz son los mismos que encontrarían en un escenario bélico real. La presencia de escenarios adicionales (como la antigua planta química de Rüdersdorf o el complejo policial de Ruhleben) subraya la voluntad de convertir la defensa de la capital en un ejercicio multidimensional, capaz de absorber desde sabotajes internos hasta incursiones coordinadas que busquen paralizar el centro político de Alemania. Por primera vez en décadas, el subsuelo de la capital vuelve a ser un escenario de preparación militar, un recordatorio de que la paz europea ya no debe darse por sentada y de que el futuro de la seguridad continental se está escribiendo también bajo tierra.
Author: Miguel Jorge
Published at: 2025-11-24 17:31:06
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