Situada en la calle Roger de Llúria, a escasos metros de plaza Urquinaona, su terraza rojiblanca y los jamones colgados que se divisan desde la entrada continúan atrayendo tanto a clientes habituales como a turistas curiosos, que perciben en cada detalle la autenticidad de una Barcelona castiza. Sobrevivió gracias al intercambio de materia prima y, décadas después, ya bajo la dirección de la segunda generación, incorporó un invento que se convertiría en seña de identidad: la flauta, un bocadillo de pan fino inspirado en la baguette francesa que pronto causó furor en Barcelona. También brillan clásicos como la ensaladilla rusa o el pulpo a la gallega "como lo hacía la abuela", el arroz de pluma ibérica, la tortilla trufada, además de postres tan celebrados como la tarta de queso casera, su mini panettone, elaborado por el maestro pastelero Oriol Balaguer y el Xuixo de Girona de crema.
Author: Marina Velasco
Published at: 2025-08-24 16:00:00
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